sábado, 17 de noviembre de 2007

Argentina y el regimen nazi




El Nazismo y la Argentina: una fraternal relación

Investigaciones realizadas por periodistas e historiadores revelan cómo el Gobierno de Perón tuvo estrechas relaciones con criminales de guerra nazis. Tocar el tema de la llegada de los nazis a la Argentina instantáneamente irrita a muchos peronistas y a muchos otros que creen que esa vergüenza debería ser enterrada y olvidada. Uki Goñi, escritor y autor del libro " La Autentica Odessa"*, desmenuza cómo ingresaron los nazis al suelo argentino y la complicidad del gobierno del general Perón con el Tercer Reich. En su libro revela la enormidad de la red formada para traer criminales de guerra al país. Esta organización no era clandestina: fue fundada en la Casa Rosada en una reunión de Perón con nazis alemanes, franceses y belgas, fue financiada generosamente, y tuvo todo el apoyo del servicio diplomático y la dirección de Migraciones.
El gobierno de Juan Perón creó una comisión de "allegados" entre 1946 y 1949 que se dedicó a recibir fugitivos del Tercer Reich, comisión que incluía a un colaboracionista nazi sentenciado a muerte en Bélgica en 1947, a un ex miembro de la Waffen SS de Francia, al ex embajador de la Croacia nazi ante Hitler y a un ex capitán de la SS en Alemania.
Las reuniones en Casa Rosada se llevaban a cabo en la oficina del coordinador de la operación, Rodolfo Freude, un hombre conectado con el hermano de Evita, Juan Duarte, y creador de la División de Informaciones de Perón. La existencia de los allegados, que Freude monitoreaba desde su despacho en la Casa Rosada, ha sido finalmente verificada en los 22 mil documentos que recopiló el Centro de Estudios Sociales de la DAIA.

"El equipo de allegados no sólo recibió a fugitivos nazis, sino que se reunía para proponer candidatos que al gobierno le interesaba captar y después enviaba misiones especiales a Europa para traerlos clandestinamente a la Argentina," dice Beatriz Gurevich, la directora del Centro de Estudios Sociales que durante cuatro años recorrió los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Dirección de Migraciones y el Archivo General de la Nación, siguiendo la pista nazi.

De acuerdo con la documentación hallada por el Centro de Estudios Sociales, el grupo incluía a Pierre Daye, un belga que había sido condenado a muerte por colaboracionista, en Bruselas, el 18 de junio de 1947; a Jacques Marie de Mahieu, un "antropólogo" de la Waffen SS francesa que escribía libros sobre bio-política y teoría racial; y a Branko Benzon, el ex embajador de Croacia en Berlín, quien pasó de ser amigo personal de Adolf Hitler y Hermann Goering a convertirse en el médico de Perón, acompañando al general en su exilio a partir de 1955.
El nexo entre los allegados -en Migraciones- y la oficina de Rodolfo Freude -en la presidencia- era Carlos Horst Fuldner, un germano-argentino que había sido capitán de la SS en Alemania. De vuelta en la Argentina, Fuldner fundó la empresa CAPRI, donde consiguió empleo Adolf Eichmann, el arquitecto del holocausto judío de Hitler. Goñi dice: “Fuldner organizó todo esto al más alto nivel en Suiza con un pasaporte oficial que decía “enviado especial del Presidente de Argentina”. Lo fantástico es que esto estuvo oculto por 50 años. Lo que yo quería demostrar es que en este país vivimos sobre un iceberg gigantesco que todos desconocemos, que pretendemos no ver.”

Los métodos de rescate de los allegados también han sido reconstruidos por un profesor de la Universidad de Köln, Alemania, Holger M. Meding, en el libro “Flucht vor Nürnberg?”: “Rudi era el hijo de Ludwig Freude, un empresario alemán con fuertes nexos en la embajada de Hitler y los agentes nazis que operaban en la Argentina. Nacido en Alemania en 1895, Ludwig Freude había amasado una fortuna durante la década del treinta, época en que conoció al entonces joven militar Juan Perón en la provincia de Mendoza, donde Perón era jefe de la Agrupación de Montaña Cuyo mientras la Compañía General de Construcciones de Freude construía una ruta entre San Juan y Mendoza”.

“Rodolfo (Rudi) Freude, por iniciativa de su padre, le ofreció a Perón como refugio en 1947 la casa de verano de la familia, Ostende, en una isla del delta del Tigre. De esta manera, sustrajo al político de las persecuciones que eran de esperar de sus adversarios", escribe Meding. Desde el refugio de Freude, Perón fue llevado preso a la isla Martín García.

"Este acto de amistad no fue olvidado: en lo sucesivo se pasaron por alto las demandas de extradición británicas y norteamericanas y las investigaciones contra las actividades de Freude quedaron en nada", cuenta Meding.

"En mayo de 1946, Freude organizó una pomposa fiesta de cumpleaños para Eva Perón; en abril, su hijo Rodolfo había ascendido a secretario del Presidente. Éste creó para Perón un servicio de información del Estado, la Secretaría de Informaciones, y organizó, junto con otros germano-argentinos, la emigración ilegal de alemanes al Río de la Plata a través de Italia", dice el libro de Meding.

Perón tenía varias razones para traer nazis a nuestro país. La primera fue una simpatía natural que el sentía por el nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán. Felipe Pigna afirma: “Entre 1939 y 1941, Perón fue agregado militar de Argentina en la Italia de Benito Mussolini. Él no ocultaba su admiración por el régimen fascista al que definió como "un ensayo de socialismo nacional, ni marxista ni dogmático." A su regreso, se convirtió en uno de los referentes más destacados de una logia militar conocida como (GOU) Grupo de Oficiales Unidos, de carácter nacionalista y anticomunista, brindando numerosas conferencias sobre temas políticos y militares”.

Uki Goñi afirma que “Perón consideraba que los juicios de Núremberg eran una infamia y había decidido rescatar todos los oficiales alemanes que pudiera. También quería llevar a la Argentina a científicos y técnicos alemanes, por ejemplo diseñadores de aviones jets y científicos nucleares. Pero con ellos también arribaron una gran cantidad de criminales de guerra como Adolf Eichmann y Josef Mengele, quienes entraron al país disfrazados de técnicos”.

Adolf Eichmann (foto izquierda arriba) fue un oficial nazi responsable del asesinato de millones de judíos durante la II Guerra Mundial. Estaba encargado de ‘la solución final del problema judío’, en el curso de la cual los judíos de toda Europa ocupada por Alemania fueron enviados a campos de concentración para su total exterminio. Después de la guerra, Eichmann desapareció, pero en 1960 agentes israelíes lo localizaron en Argentina, lo secuestraron y lo llevaron a Israel. Enjuiciado en Jerusalén y acusado de crímenes contra la humanidad, fue ahorcado dos años después.

En su libro “La auténtica Odessa”, Goñi revela además que la Argentina contó con la ayuda del Gobierno suizo: los alemanes cruzaban ilegalmente la frontera suiza y desde allí los enviaban directamente a nuestro país o a Italia, partiendo después desde el puerto de Génova en barco hacia aquí. La Argentina también tenía una aerolínea que mantenía vuelos desde Roma y muchos nazis las utilizaron.

La cantidad de nazis que llegaron depende de la definición que se haga de nazi. Si se realiza una definición muy estricta, en el sentido de personas acusadas de crímenes en cortes europeas, llegaron alrededor de 250 criminales, entre alemanes, austriacos, franceses, belgas, croatas, etc. Pero tomando una definición más amplia, que abarque a todos los miembros de la SS y del Partido Nazi que llegaron a la Argentina, probablemente se trate de miles de personas.

Con respecto a los judíos que intentaron ingresar a nuestro país huyendo del nazismo, Goñi dice que “la Argentina hizo todo lo posible para evitarlo. Hubo una orden secreta de la Cancillería prohibiendo a los diplomáticos otorgar visas a judíos. Después de la guerra Perón ordenó dejar entrar sólo a judíos ancianos, porque así se daba la apariencia de se aceptaba a judíos, pero éstos no podían tener descendencia. A pesar de ello, nuestro país fue, de América, el que más judíos recibió, porque los diplomáticos argentinos eran muy proclives al soborno. Una gran cantidad entraron mintiendo que eran católicos y otros, como no obtenían visas para la Argentina, las conseguían para países vecinos, como Uruguay, Bolivia, Paraguay, y luego ingresaban desde allí ilegalmente.”
Cabe recordar además que los criminales nazis contaron con un gran apoyo de sacerdotes del Vaticano, quienes les otorgaron pasaportes, papeles y cartas identicatorias. Uno de ellos era el cardinal Tisseront, un cardinal francés muy importante en el Vaticano; otro era el obispo Hudal, que era un obispo alemán; el padre Draganovic, un sacerdote croata, y varios otros. En un momento, el Gobierno británico se queja ante el Papa de la protección a nazis por el Vaticano y este contesta que “el Papa había dado órdenes de que no permanezca ningún criminal en ninguna institución del Vaticano sin su conocimiento”. Aún así permanecieron varios, por lo que se puede deducir que el Papa tiene que haber tenido conocimiento de tal situación. Se han encontrado además documentos en archivos británicos en los que el Papa Pío XII interviene personalmente a favor de criminales croatas, lo que habla de un vínculo entre éste y el sacerdote Draganovic, uno de los que ayudaba a los criminales nazis a escapar.

Para los argentinos el tema del nazismo no es para nada un tema ajeno. Han pasado tres décadas del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” y demás está destacar las características fascistas de esta etapa: el odio metódico, el miedo como sistema, la brutalidad calculada.

Goñi cree que la influencia política de los nazis en nuestro país no fue directa: “Creo que el germen de ese crimen ya existía en la Argentina y que lo que atrajo la presencia de esas personas fue un clima de impunidad en el que es posible cualquier cosa. Si es posible que Eichmann sea nuestro vecino, ¿por qué nuestros propios criminales militares no pueden quedar impunes y permanecer entre nosotros?”.


Fuentes:
· Uki Goñi, libro “La auténtica Odessa” * El título deriva de la famosa novela del escritor británico Frederick Forsyth 'Odessa', en cuyo argumento imaginaba a un grupo de viejos nazis que se dedicaban a ayudar a antiguos camaradas y a organizar la llegada del IV Reich, que haría buenos los deseos incumplidos del Führer
· Beatriz Gurevich, directora del Centro de Estudios Sociales de la DAIA.
· Holger M. Meding, profesor de la Universidad de Köln, Alemania, escribió el libro “Flucht vor Nürnberg?”
· Felipe Pigna en www.elhistoriador.com

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