lunes, 19 de noviembre de 2007

El vaticano, los Nazis y el Gobierno de Perón



Muchos criminales de guerra, llegaron aquí bajo la triple protección del gobierno de Perón, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional. “Perón fue una de las principales figuras en el escape de los nazis hacia Sudamérica. Los papeles importantes del ocultamiento los llevaron Perón, la Iglesia Católica y los servicios de inteligencia. Todos tenían intereses de ocultar nazis fuera de Europa después de la guerra”, afirma Uki Goñi. La gran responsabilidad de Perón, está en la cobertura que les da dentro del aparato del Estado. Varios criminales de guerra y nazis fugitivos se incorporaron a ministerios y fuerzas de seguridad. También el Estado le otorgo casas para que vivieran.La idea de convertir al país en un refugio nazi se habría acordado a mediados de los ‘40, cuando el gobierno argentino envió un emisario al Vaticano para ofrecer su amplio territorio. “En 1946, el cardenal argentino Caggiano viajó al Vaticano ofreciendo, en nombre del gobierno de Perón, a la Argentina como refugio de criminales de guerra. De ahí que los primeros que llegaron, según los registros, son belgas, franceses y croatas, que eran católicos. El papel del Vaticano es muy importante ya que organizo y respaldo las redes de fuga más efectivas. La mayoría de los jerarcas nazis llegaron al país a través del camino conocido como la ruta de las ratas, que comenzaba en la frontera alemana-suiza, continuaba por los puertos de Génova y Barcelona, hasta culminar en algún punto de la costa argentina.


La ayuda de Pío XII
Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli Graziosi fue conocido a nivel mundial como el Papa Pío XII.
Tras la muerte de Pío XII, la organización de la sede vacante correspondió a Pacelli por su cargo de camarlengo. Él era el candidato favorito: después de un cónclave de sólo dos días y a la tercera votación, fue elegido papa. Fue el 2 de marzo de 1939.
Pacelli conoció los planes nazis para exterminar a los judíos de Europa en enero de 1942. Las deportaciones a campos de exterminio habían comenzado en diciembre de 1941. A lo largo de 1942, Pacelli recibió información confiable sobre los detalles de la solución final provista por los británicos, franceses y norteamericanos en el Vaticano. El 17 de marzo de 1942, representantes de las organizaciones judías reunidos en Suiza le enviaron un memorándum donde detallaban las violentas medidas antisemitas en Alemania, en sus territorios aliados y en zonas conquistadas. El memo fue excluido de los documentos de la época de la guerra que el Vaticano publicó entre 1965 y 1981. En septiembre de 1942, el presidente norteamericano Franklin Roosevelt envió a su representante personal, Mylon Taylor, a que le pediera a Pacelli una declaración contra el exterminio de los judíos. Pacelli se negó a hablar porque debía elevarse sobre las partes beligerantes. El 24 de diciembre de 1942, finalmente, Pacelli habló de “aquellos cientos de miles que, sin culpa propia, a veces sólo por su nacionalidad o raza, reciben la marca de la muerte o la extinción gradual”. Esa fue su denuncia pública más fuerte de la solución final.. Luego de la liberación de Roma, Pio XII pronunció su superioridad moral retrospectiva por haber hablado y actuado a favor de los judíos. Ante un grupo de palestinos, dijo el 3 de agosto de 1946:
“Desaprobamos todo uso de fuerza (….) como en el pasado condenamos en varias ocasiones las persecuciones que el fanatismo antisemita infligió al pueblo hebreo”.
Su autoexculpación grandilocuente un año después del fin de la guerra demostró que no sólo fue Papa ideal para la solución final nazi, sino que también un hipócrita.

John Cornwell

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